depresión

La vida en penumbras

¿Qué ocurre cuando el horizonte se estrecha y el deseo no acude?

No toda tristeza es depresión, ni toda depresión cursa con tristeza

¿Todos deprimidos?

A menudo,  el discurso contemporáneo emplea el término “depresión” para nombrar malestares que van del desencanto cotidiano a formas graves de desvitalización subjetiva. Lo que en muchos casos podría entenderse como una reacción esperable ante un revés de la vida, tiende a ser clasificado, etiquetado y, con frecuencia, medicado. Esta lógica tiene un doble efecto: por un lado, patologiza variaciones anímicas «normales»; por otro,  trivializa la depresión real, que en muchos casos queda sin ser reconocida ni tratada.

Depresión y cultura del rendimiento

No es tanto una cuestión clínica cuanto social: una cultura que idealiza la hiperproductividad identifica a cualquier forma de detención subjetiva como patología. La extendida “depresión” puede así leerse como el reverso silencioso de una época maníaca.

¿Todos deprimidos?

A menudo,  el discurso contemporáneo emplea el término “depresión” para nombrar malestares que van del desencanto cotidiano a formas graves de desvitalización subjetiva. Lo que en muchos casos podría entenderse como una reacción esperable ante un revés de la vida, tiende a ser clasificado, etiquetado y, con frecuencia, medicado.


Depresión y cultura del rendimiento

Esta lógica tiene un doble efecto: por un lado, patologiza estados anímicos «normales»; por otro, trivializa la verdadera depresión, que en muchos casos queda sin ser reconocida ni tratada.

No es tanto una cuestión clínica cuanto social: una cultura que idealiza la hiperproductividad juzga a cualquier forma de detención subjetiva como patología. La extendida “depresión” puede así leerse como el reverso silencioso de una época maníaca.

Diagnóstico diferencial de la depresión

No todo retraimiento es depresión…

Existen numerosas situaciones vitales que implican un tiempo de elaboración: duelos, separaciones, pérdidas simbólicas, fracasos o giros inesperados en la vida de una persona.

En estos casos, la tristeza, el repliegue o la desorientación no son signos patológicos, sino intentos subjetivos de respuesta a diferentes modalidades de pérdida. Medicalizar o interpretar prematuramente estas respuestas puede impedir que el proceso encuentre una salida propia.

En otros casos, el retraimiento se vuelve opaco, no hay elaboración posible ni conexión con la causa del sufrimiento y el tiempo no produce efecto.  Entonces la palabra “depresión” puede comenzar a tener algún valor clínico.

El diagnóstico, en este marco, no es un punto de partida técnico, sino un punto de llegada construido en la escucha. No se trata de clasificar lo que alguien padece, sino de alojar lo que aún no ha podido decirse….

Diagnóstico diferencial de la depresión

No toda tristeza es depresión…

Existen numerosas situaciones vitales que implican un tiempo de elaboración: duelos, separaciones, pérdidas simbólicas, fracasos o giros inesperados en la vida de una persona.

En estos casos, la tristeza, el repliegue o la desorientación no son signos patológicos, sino intentos subjetivos de respuesta a diferentes modalidades de pérdida. Medicalizar o interpretar prematuramente estas respuestas puede impedir que el proceso encuentre una salida propia.

En otros casos, el retraimiento se vuelve opaco, no hay elaboración posible ni conexión con la causa del sufrimiento y el tiempo no produce efecto.  Aquí la palabra “depresión” comienza a tener algún valor clínico.

El diagnóstico, en este marco, no es un punto de partida, sino un punto de llegada construido en la escucha. No se trata de clasificar lo que alguien padece, sino de alojar lo que aún no ha podido decirse.

Ni todas las depresiones son iguales

Tradicionalmente, se distingue entre depresiones endógenas y depresiones reactivas, como polos de un continuo que orienta el diagnóstico y el tratamiento.

1. Depresión endógena:
De curso más grave, suele caracterizarse por aparición espontánea, sin relación directa con un acontecimiento externo identificable. Su sintomatología incluye lentificación psicomotora, insomnio terminal, variaciones diurnas del estado de ánimo (más grave por la mañana), pérdida de apetito, embotamiento afectivo y anhedonia profunda. Puede acompañarse de ideación nihilista, culpa delirante o incluso rasgos melancólicos psicóticos. Su tratamiento puede requerir intervención psiquiátrica y farmacológica prioritaria.

2. Depresión reactiva:
Se instala tras un evento vital significativo (duelo, ruptura, fracaso, migración, etc.). Aunque la tristeza puede ser intensa, mantiene cierta conexión con la situación vivida. La persona conserva la capacidad de encontrar sentido a lo que ocurre, aunque esté abatida. Puede haber llanto, insomnio de conciliación, ansiedad, rumiación, pero también elementos de demanda, ambivalencia afectiva y oscilación emocional. En estos casos, el tratamiento psicológico suele ser prioritario, permitiendo elaborar la pérdida o el conflicto mediante la palabra, y la medicación puede ser secundaria o prescindible.

Esta diferenciación no es meramente teórica:

En la práctica clínica permite decidir si el síntoma depresivo requiere una derivación inmediata al psiquiatra o si puede abordarse desde un trabajo terapéutico sin medicalización.

Desde una perspectiva psicoanalítica, la depresión endógena puede entenderse como una identificación masiva con un objeto perdido que no ha sido simbolizado; en cambio, la depresión reactiva suele implicar una pérdida simbólicamente localizada pero aún no elaborada.


 

 

… Ni toda depresión es igual

Tradicionalmente, se distingue entre depresiones endógenas y depresiones reactivas, como polos de un continuo que orienta el diagnóstico y el tratamiento.

Depresión endógena:
De curso más grave, suele caracterizarse por su aparición espontánea, sin relación directa con un acontecimiento externo identificable. Su sintomatología incluye lentificación psicomotora, insomnio terminal, variaciones del estado de ánimo (más grave por la mañana), pérdida de apetito, embotamiento afectivo y anhedonia profunda. Puede acompañarse de ideación nihilista, culpa delirante y relacionarse con cuadros melancólicos psicóticos. Por ende, su tratamiento requiere  intervención psiquiátrica y farmacológica en la  mayoría de los casos.

Depresión reactiva:
Se instala tras un evento vital significativo (duelo, ruptura, fracaso, migración, etc.). Aunque la tristeza puede ser intensa, mantiene cierta conexión con la situación vivida. La persona conserva la capacidad de encontrar sentido a lo que ocurre, aunque esté abatida. Puede haber llanto, insomnio de conciliación, ansiedad, rumiación, pero también elementos de demanda, ambivalencia afectiva y oscilación emocional. En estos casos, el tratamiento psicológico suele ser prioritario, permitiendo elaborar la pérdida o el conflicto mediante la palabra. En cuanto a la medicación, es secundaria, cuando no prescindible.

Desde una perspectiva psicoanalítica, el deprimido endógeno se identifica  con un objeto perdido que no ha sido simbolizado; en cambio, la depresión reactiva suele implicar una pérdida simbólicamente localizada pero aún no elaborada.


 

Si te reconoces en alguno de estos  cuadros, pide cita. La primera consulta es gratuita.


Antidepresivos

 

 

Uso clínico o respuesta automática

No todas las depresiones son iguales. Algunas —llamadas endógenas— se manifiestan como un empobrecimiento afectivo profundo, con inhibición global, desvitalización y desconexión del entorno. En estos casos, los antidepresivos pueden ser un recurso clínico necesario: ayudan a mitigar la inhibición y permiten que la persona comience a sostener un trabajo sobre su malestar.

Pero también existen depresiones reactivas o situacionales, donde el malestar surge como respuesta a eventos vitales significativos: una pérdida, una ruptura, un conflicto persistente. Aquí, la tristeza no es un fallo a corregir, sino un proceso psíquico que necesita ser acompañado, no interrumpido.

El problema aparece cuando se borra esta distinción. En la práctica cotidiana, se tiende a responder al sufrimiento con prescripciones automáticas. La medicación se convierte así en una solución genérica a problemas que no han sido interrogados.

Esto tiene efectos clínicos relevantes: al reducir la intensidad del síntoma, se corre el riesgo de silenciar su función, impedir que algo del malestar pueda formularse, perder la oportunidad de un tratamiento real.

Por eso, incluso cuando la medicación es necesaria, no puede ser la única respuesta. El trabajo clínico implica que el paciente participe activamente de su proceso, que recupere la posibilidad de decir algo sobre lo que le ocurre.

El psicoanálisis no se opone a la medicación: la integra, cuando hace falta, pero sin delegar en ella el sentido del tratamiento.


 

Antidepresivos

 

 

¿Uso clínico o respuesta automática?

Como se mencionó antes, no todas las depresiones son iguales. En las endógenas los antidepresivos constituyen un recurso clínico necesario: ayudan a mitigar la inhibición y   permiten que la persona pueda sostener un trabajo sobre su malestar.

En las depresiones reactivas o situacionales, en cambio, la tristeza no es un fallo a corregir, sino un proceso psíquico que necesita ser acompañado, no interrumpido.

A menudo, sin embargo, se tiende a responder al sufrimiento con prescripciones automáticas. La medicación se convierte así en una solución genérica a problemas que no han sido interrogados.

Esto tiene efectos clínicos relevantes: al reducir la intensidad del síntoma, se corre el riesgo de silenciar su función, impedir que algo del malestar pueda formularse, perder la oportunidad de un tratamiento real.

Por eso, incluso cuando la medicación es necesaria, no puede ser la única respuesta. El trabajo clínico implica que el paciente participe activamente de su proceso, que recupere la posibilidad de decir algo sobre lo que le ocurre.

El psicoanálisis no se opone a la medicación: la integra, cuando hace falta, pero sin delegar en ella el sentido del tratamiento.


 

Síntomas de depresión

El síntoma que distingue a la depresión es la tristeza persistente, que abarca la mayor parte del día. Sin embargo, en ocasiones no hay tristeza, sino dolores y malestares que no tienen correlato orgánico, y en otras sólo hay sensación de vacío o apatía. 

Es común la pérdida de interés en aquello que solía ser placentero, con el consecuente repliegue de vínculos y actividades y suele haber disminución de la libido.

A nivel orgánico, la depresión se caracteriza por alteraciones en el apetito, el peso y el sueño, que pueden estar aumentados o disminuidos. Es común el cansancio no proporcional a las actividades  realizadas, incluso al despertar, y la actividad motora lentificada o con agitación.

En lo cognitivo  suele haber dificultad para pensar y concentrarse, para tomar decisiones y retener información, lo que da a la persona deprimida aspecto de lentificación o embotamiento.

Los deprimidos suelen sentirse sin esperanzas, inservibles  y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que puede asociarse a ideas de muerte o suicidio, que nunca deben subestimarse.

Síntomas de depresión

El síntoma que distingue a la depresión es la tristeza persistente, que abarca la mayor parte del día. Sin embargo, en ocasiones no hay tristeza, sino dolores y malestares que no tienen correlato orgánico, y en otras sólo hay sensación de vacío o apatía. 

Es común la pérdida de interés en aquello que solía ser placentero, con el consecuente repliegue de vínculos y actividades y suele haber disminución de la libido.

A nivel orgánico, la depresión se caracteriza por alteraciones en el apetito, el peso y el sueño, que pueden estar aumentados o disminuidos. Es común el cansancio no proporcional a las actividades  realizadas, incluso al despertar, y la actividad motora lentificada o con agitación.

En lo cognitivo  suele haber dificultad para pensar y concentrarse, para tomar decisiones y retener información, lo que da a la persona deprimida aspecto de lentificación o embotamiento.

Los deprimidos suelen sentirse sin esperanzas, inservibles  y a menudo se culpan de modo despiadado, lo que puede asociarse a ideas de muerte o suicidio, que nunca deben subestimarse.

El psicoanálisis en la depresión

En líneas generales, el Psicoanálisis se aparta de la supresión química de la tristeza para proponer la implicación subjetiva del paciente en el tratamiento.  Pero ya sea con medicación, psicoterapia o una combinación de ambas, debe respetar la singularidad del paciente.

En los casos en que la medicación es necesaria, se trabaja interdisciplinariamente con la psiquiatría. Interesa que el fármaco no impida recuperar el valor de la palabra respecto al padecer, situarlo en el entramado de la propia historia, pues en la medida en que alguien se pregunta por lo que le ocurre puede orientarse hacia la recuperación.

El psicoanálisis en la depresión

En líneas generales, el Psicoanálisis se aparta de la supresión química de la tristeza para proponer la implicación subjetiva del paciente en el tratamiento.  Pero ya sea con medicación, psicoterapia o una combinación de ambas, debe respetar la singularidad del paciente.

En los casos en que la medicación es necesaria, se trabaja interdisciplinariamente con la psiquiatría. Interesa que el fármaco no impida recuperar el valor de la palabra respecto al padecer, situarlo en el entramado de la propia historia, pues en la medida en que alguien se pregunta por lo que le ocurre puede orientarse hacia la recuperación.

Mónica Pereira Vaccaro – Psicóloga Sanitaria, Psicoanalista

Av. Diagonal, 296, Entresuelo 2 (E2), 08013 Barcelona

+34 664 847 665
pereiravaccaro@protonmail.com

Cómo llegar:

Metro: L1 Glòries, L2 Monumental, L5 Sagrada Família

Bus: 7, H12, H10, H14, V21, V23, V25, D50

Renfe: Clot

Barrios cercanos: Sagrada Família, Clot, Fort Pienc, Sant Martí, Eixample

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